De nuevo tu foto. Frente a mi monitor. Te veo ahí, sonriente, joven (tendrás setenta y pico), con tu saco rojo que le hace juego a tus labios, siempre pintados. Tus ojos color acua, ni verde ni celestes, preciosos.
Me estoy por ir a la casa de una amiga, a visitar y tomar el té (sabés? todos los meses me reúno con un grupo de amigas a tomar el té – te lo conté alguna vez?). Te veo de reojo y me parece que venís conmigo, que te estás arreglando para irnos. Vos sabías, Gladys, que yo te seguiría llevando a todas partes después de tu muerte?
Creo que nunca me creí que te ibas a morir. Veo tu foto y estás ahí y no lo comprendo. Me dan ganas de llamarte, ir a visitarte, decirte cuanto te quiero.
Son dos años y medio; estabas tan viejita, pero yo estaba segura, segura, que ibas a llegar a los 90, que íbamos a ir a celebrar tu cumpleaños.
Hoy lloré por la muerte de Mercedes Sosa (no creo que te gustara, vos no eras folclorista) y Camila me preguntó si estaba llorando por vos. Siempre, no?
Todavía no puedo recordar sin llanto, quizás algún día.
Bueno, me voy a tomar el té, te mando un beso.
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